«Mientras, Telefónica
estudia como rentabilizar las ventajas que, a costa del varapalo,
ahora obtendrá, bajo cuerda pero no por ello menos ventajas,
por parte de la CMT«. Así terminábamos el
artículo
del día 30 de julio, refiriéndonos a la multa
de Bruselas, y es una manera, como otra cualquiera, de
comenzar este.
Ayer os contábamos
la visión que tiene Telefónica de como debe ser
la futura regulación de las redes NGN o, traduciendo
literalmente del ingles, redes de siguiente generación. Hoy
solo falta decir que la CMT esta totalmente de acuerdo
con la operadora incumbente.
La postura de la CMT, en este
asunto, es radicalmente opuesta a las sugerencias que, para toda
Europa, viene dando, hasta desgañitarse, Bruselas
desde tiempo inmemoriales, lo que, no nos engañemos, para
ellos, es una razón más a favor de adoptarla. Luego
habrá que defenderla y, para mantenerse en esa postura, la CMT
española busca el apoyo entre otros organismos reguladores del
ámbito europeo. No le costará demasiado conseguir el de
Alemania y varios más.
La única discrepancia entre la
CMT y Telefónica radica en el último
supuesto de la regulación por zonas propuesto: la de la zonas
no rentables, para las que la operadora solicita capital
público y la CMT opina que debe ser Telefónica
la que siga manteniendo, sin contraprestación oficial
alguna, el servicio universal.
Tampoco es una diferencia de posturas
abismal, es solo una pequeña grieta, que quedará en
nada en poco tiempo si, como se espera, el acceso a Internet
por banda ancha es declarado, en breve, dentro de esos
servicios universales, que el Gobierno debe garantizar a los
ciudadanos. En cuanto esto ocurra, el Estado financiará
esas redes, la mayoría wireless. Mientras, Telefónica
seguirá llevando el par de cobre allí a donde
nadie quiere ir, y como lo hace por obligación, una de las
cargas que asumió para poder privatizarse, no se
preocupará en absoluto a donde llegue el ADSL y a donde
no, con que haya voz, ya ha cumplido.