Sarkozy ha sufrido su particular
calvario cuando la Asamblea Nacional ha rechazado
su ley para desconectar el ADSL de aquellos que descarguen
contenidos protegidos por derechos de autor.
El endurecimiento de la ley a última
hora, se pretendía que los desconectados tuvieran que pagar
la conexión durante el tiempo de sanción, de dos meses a un año,
ha provocado que dos miembros de su partido hayan votado en contra,
junto a toda la izquierda.
Si a todo esto unimos que otros varios
diputados del partido conservador de Sarkozy no han acudido a
la votación, sin duda por estar ocupados en los ejercicios
espirituales propios de estas fechas, obtenemos los 21 votos en
contra y los 15 a favor que se han producido.
Ahora al presidente francés le toca,
ademas de consolar a Carla Bruni, comenzar de nuevo y hacer
pasar, otra vez, la ley por el filtro de las tres cámaras
legislativas.
Mientras aquí, en España,
donde ya hace que pintan bastos, la cosa se pone aun peor. En un
alarde de no sabemos qué, se ha nombrado ministra de Cultura
a Angeles González Sinde,
hasta ahora presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias
Cinematográficas, entidad altamente afín a la SGAE.
Angeles Sindescargas, persona
non grata en
Internet, se ha ganado a pulso la animadversión de los
internautas por haber demostrado, en varias ocasiones, su extraña
idea de que el gobierno debe hacer más caso a los autores, en
concreto a los que esten afiliados a la SGAE, claro, que a los
consumidores, por demostrar que no sabe de que habla cuando se
mete en cuestiones técnicas, confunde megas con gigas, y por
defender a ultranza el canon digital.
Su perla más destacada
fue la de “Existe exista una falsa idea progresista de que la
cultura debe ser gratis. Y los antibióticos ¿no?”.
Podríamos decirle que sí, que no solo
los antibióticos sino toda medicación y absolutamente todo lo que
sea o afecte a la salud debería ser gratis, como, llevando
las cosas a una sociedad ideal, deberían serlo los servicios
públicos y todo lo que sea adjetivado como público, la
cultura, el acceso a la cultura, y llevar el discurso
aun más allá, pero, conociéndola, no nos metemos a perder el
tiempo.