«Se entiende por servicio
universal el conjunto definido de servicios cuya prestación se
garantiza para todos los usuarios finales con independencia de su
localización geográfica, con una calidad determinada y a un precio
asequible».
Así reza la Ley General de
Telecomunicaciones en un artículo de cuyo número no quiero
acordarme. Hasta ahora su contenido garantizaba el derecho a poder
telefonear, a tener una guía telefónica y poco más, a un precio
que, con una cuidadosa planificación de gastos y privándose de
algún que otro capricho, podría llegar a ser asequible.
A partir de 2011 en la lista estará incluido el acceso por banda ancha a Internet a una velocidad mínima de 1 mega, o, por lo menos, así lo ha asegurado el Ministro de Industria, Miguel Sebastián.
Hay quien se preocupa, la mayoría de
que el ancho garantizado, 1 mega, es muy bajo y deja en
segundo plano la cuestión del precio. El concepto asequible puede
tener distinto significado para un ministro que para un funcionario
de un pueblo de 200 habitantes, incluidas cabezas de ganado.
Nosotros nos posicionamos con esta
última minoría, un mega bien gestionado da mucha vida, y pasamos a
dar un par de consejos respecto al precio: los cereales del desayuno
son totalmente prescindibles, una tostada para aprovechar el pan duro
del día anterior es una opción muy valida, siempre y cuando no nos
pasemos con el aceite. El café de marca blanca ni huele ni sabe ni
despierta tanto como el colombiano o brasileño, pero se acostumbra
uno enseguida. En la comida, el tomar un vino embotellado es un lujo,
uno de cartón es hasta más cómodo de manejar, y, para postre,
siempre hay fruta pocha de temporada barata. Conviene merendar
fuerte, un gran bocadillo de chopeed y el cenar es un vicio tonto, se
duerme mejor con el estomago vacío.
Con esto y el no salir más de tres
veces al año la mayoría tendrá su mega de manera asequible y sin
tener que hacer demasiados sacrificios, porque no nos engañemos, los
precios actuales son los considerados normales y hasta baratos, y
así lo ha declarado el Gobierno
de turno en más ocasiones de las que nos hubiese gustado oír.