Metiendo mano a las telecomunicaciones

Muchas son las críticas que está recibiendo Sócrates, presidente de Portugal, por vetar un movimiento de compra de Telefónica sobre acciones de Vivo. Para quien no esté al tanto, el problema consiste básicamente en que los accionistas de Portugal Telecom aceptaron por mayoría la venta de sus acciones en Vivo a la operadora española, que pasaría a tener un control total sobre la teleco brasileña. Sin embargo, saltaron las alarmas cuando el presidente portugués sorprendió a todos al bloquear el proceso.

Previsiblemente esta decisión va a ser rechazada por el Tribunal Europeo, que se ha mostrado en otras ocasiones favorable a la libre circulación de capitales y dificilmente hará una excepción. Con todo, no ha hecho falta mucho más para polemizar sobre el asunto de la intervención, ya que según Sócrates esto debería permitirse ya que; «en áreas clave, como las comunicaciones y la energía, que afectan a los intereses de todos los ciudadanos, una de las maneras de regular estos sectores de forma justa y asegurarse de que se tiene en cuenta el interés público es permitir a los Estados tener derechos especiales.»

No se trata de volver al debate sobre si es justificado el intervencionismo o, por otro lado, dejar que sea la «mano invisible» del mercado la que ponga las cosas en su sitio. Lo que habría que plantearse de nuevo es si las telecomunicaciones son un sector tan importante como pudiera ser, por ejemplo el de la defensa nacional, como para que este tipo de acciones por parte del Estado tengan sentido. ¿Es la magnitud de Internet tan grande? Y si lo es, ¿debería ser controlado o, precisamente por ser importante, debería ser completamente libre? ¿Qué límite deberíamos ponernos?
El funcionamiento de las telecomunicaciones globales supone un nuevo
escenario y las repercusiones sobre las decisiones que se tomen respecto
a ellos todavía no se han medido. Sí, ya vimos la ola de
privatizaciones en el sector cuando se expandió la telefonía móvil, pero
seguramente pocos (quizás McLuhan se salva) eran capaces de
predecir una situación de comunicación global tan grande como la que
vivimos día a día y creciendo.
Todo un país puede estar comunicandose bajo redes que pertenecen a otro
con el que (¿por qué no?) podría estar enemistado en un futuro. De
hecho, esto ya ocurre desde hace tiempo, por ejemplo, en la América Latina.

Si controlamos las telecomunicaciones limitaremos la inversión pero
algunos defenderán que se trata de un servicio delicado. Por su
importancia, cabe preguntarse que ocurriría pensando en el largo plazo
como una medida de presión. Además, como ya se vio en el informe eEspaña,
las aportaciones del Estado han sido de gran importancia para el
desarrollo de las TIC en nuestro país en los últimos años y,
posiblemente, este tipo de movimientos van a continuar.
Hasta dónde van a hacerlo es lo que cabe preguntarse.

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