Inminente despido de entre 100 y 120 trabajadores de Jazztel

La compañía de Pujals, aunque no tiene más remedio que reconocer que es por motivos de ahorrar en gastos, hace matices para endulzar la cosa. Justifica los despidos con que, como ya ha terminado sus ampliaciones de lineas, tiene un excedente de personal dedicado a estas tareas. Lo curioso es que también, en este lote de despidos, van incluidos comerciales, no solo técnicos y gente dedicada a las ampliaciones. De todas maneras, insistimos, la misma empresa reconoce, y es de agradecer la sinceridad, que el motivo primordial es ajustar los gastos a la situación de crisis por la que pasa.

El despido afecta a un 15% de la actual plantilla, y según la empresa ha sido pactado con sindicatos y trabajadores y comunicado al comité de empresa. Los trabajadores, por su parte, declaran que aun no saben quienes son los que se verán afectados por esta medida y que la reducción de plantilla superará, con creces, este 15% si se tiene en cuenta que muchos contratos no han sido renovados en estos últimos dos meses. Tampoco olvidamos los varios centenares de empleo indirecto que Jazztel destruyó en España al llevarse su atención al cliente a Argentina.Nos llama la atención, por los comentarios recibidos ( y agradecidos en su inmensa mayoría), las acusaciones de partidismo que se nos hacen. Si hablamos de Jazztel más que de otras, es por ser, con diferencia, la operadora que más noticias genera, si no la alabamos, es por que en su política poco vemos que alabar. Le encontramos, a su manera de actuar y de darse a conocer, asombrosos parecidos con fiascos populistas, como el GIL por recordar lo más reciente. Recomendamos leer populismo en su acepción peyorativa. Por otra parte, a Telefónica solo la soportamos, no es santo de nuestra devoción ni mucho menos, la consideramos como un mal inevitable, algo como el tener que tomar un jarabe de mal sabor. La hemos criticado en sus hechos, por elegir un ejemplo al azar aquí, y en sus formas, aquí por mencionar una de muchas.

Nuestra visión idílica de las telecomunicaciones españolas no pasa por un exmonopolio enfrentado con los inventores del poco ético y denunciado «hasta 20″, ni mucho menos, y si ese enfrentamiento esta regulado por una CMT, que más se acerca a una patronal que a un defensor del usuario, mucho menos. En este, que debiera ser un mundo de un dinamismo mareante, nuestra ilusión seria que se nos acusara de chaqueteros, que las actuaciones de las operadoras se adaptaran tanto a los constantes cambios que nos obligaran a hablar bien de quien hablábamos mal el día anterior. A espera de tan utópica situación, seguiremos incluyendo, en nuestros textos, enlaces donde informarse desde distinto punto de vista, y evitar así, en lo posible, que se nos acuse de inventarnos las cosas.

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