Nos referimos, por supuesto, a la
Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, esos que
luchan a brazo partido para que, salvando los multimillonarios
ingresos de un modelo obsoleto, impedir que España vuelva a
la Edad de Piedra,ya que ellos mismos son la encarnación terrenal de
la cultura.
Así debe ser, sin duda, ya que la
señora ministra sigue a rajatabla sus dictados. Hace poco, a raíz
de lo de Francia, anunciaron
que renunciaban a perseguir a los usuarios para hacerlo con los que
facilitaban las descargas. Tiempo le ha faltado a la ministra de
cultura para hacer el mismo discurso.
En Gijón se están celebrando
la quinta edición de la Feria del Ocio Electrónico y ha sido
en este marco donde la señora Sinde ha declarado que los
usuarios son secundarios y que ahora se van a dedicar a perseguir a
los grandes distribuidores. Pánico nos da pensar en qué
puede considerar ella un gran distribuidor.
En cuanto a la defenestrada ley
Sarkozy, de la que tan partidaria era, la considera ahora muy
lejos de la situación española.
Rebuscando se encuentra la parte
positiva: los videojuegos son
cultura y como tal deben estar protegidos por el
Ministerio de Cultura. Totalmente de acuerdo, solo falta crear
ese ahora inexistente ministerio, hacer algo que se merezca llevar el
“de Cultura” detrás, y meter ahí los videojuegos
también.
Tendria que ir acompañada con el ministro de hacienda y sus inspectores para ver cuantos hay como la Mecano, porque mucho defender sus «derechos…» cuando algunos (mas bien bastantes) nos engañan a todos no pagando sus impuestos, especialmente los que mas ganan. O se van ha vivir a un paraiso fiscal para expoliarnos a todos sin pagar un centimo.
Spain paraiso fiscal con el mando a distancia
Así va España,con gente que defiende sus intereses «familiares», y que ignora la evolución imparable de internet y todo lo que ello acarrea. Tienen que buscar algo intermedio, que se olviden de las ganancias astronómicas de antaño y ofrezcan películas asequibles por internet y la venta en tiendas es abusivo pagar por una película en DVD 32 €. ¿Que no vuelva la Santa Inquisición!