Las habituales especulaciones y filtraciones sobre la presentación de hoy de Samsung apuntaban en una dirección: el Galaxy S10. Y una novedad estética: la cámara frontal como un «agujero» en la parte superior de la pantalla, con la sola duda de en qué lado estaría ubicado. Pero Samsung ha ido más allá sabiendo esconder muy bien sus cartas.
Porque, al final, la estrella de la presentación ha sido su primer «foldable» («doblable»), un smartphone que se convierte en un tablet.
El Galaxy Fold presenta dos cuerpos unidos por una pantalla doblable, que no es la única que presenta el dispositivo. En su interior, cuando lo desplegamos, nos muestra una pantalla Infinity Flex AMOLED de 7,3 pulgadas, mientras que en su exterior nos muestra una pantalla de 4,6″.
Esta es suficientemente grande (para que nos hagamos una idea, como un tablet pequeño) como para permitir el visionado de vídeo de una forma mucho más cómoda y, lo más importante, facilitar el uso de la multitarea, puesto que el software permite trabajar con hasta tres aplicaciones simultáneamente: una de ellas ocupa media pantalla, repartiéndose el resto las otras dos.
El secreto para conseguir materializar esta pantalla consiste en un nuevo material de fabricación, un polímero gracias al cual se consigue que la pantalla sea la mitad de gruesa.
Un teléfono, dos cuerpos
Es una obviedad decir que el Galaxy Fold consta, esencialmente, de dos cuerpos unidos por una bisagra, sobre los cuales se superpone una pantalla de material doblable.
El diseño de esta incluye múltiples elementos de cierre que interactúan entre ellos, dando a una unión totalmente estable, segura y robusta a los dos cuerpos.
Dos cuerpos puede suponer un problema a la hora de gestionar la alimentación energética, pues hay que llevar la carga desde la batería hasta la otra mitad. Excepto que instales una batería en cada una de las dos partes del terminal.
Y eso es lo que ha hecho Samsung: cada una de las mitades del Galaxy Fold dispone de una batería. Ambas trabajan combinadas, dando al teléfono una capacidad total de 4.380 mAh. Además, esta doble batería, que incluye capacidad de carga inalámbrica, también proporciona la capacidad de carga inversa, es decir: desde el Galaxy Fold podemos cargar otro dispositivo, mientras cargamos el teléfono a través del cable.
El lector de huellas digitales se encuentra en el lateral, ya que si se hubiera ubicado en alguna de las pantallas, siempre habría un momento en el cual lo tendríamos fuera de nuestro alcance.
Más cámaras que en cualquier otro terminal
Seis en total: tres en su parte posterior (cámara principal), una en la parte frontal (selfies), y dos en su interior, en forma de notch visible en la parte superior de la pantalla.
Las tres cámaras principales disponen de sensores de 16, 12 y 12 Mpx, con estas dos últimas sirviendo de gran angular y teleobjetivo.
La cámara frontal tiene un sensor de 10 Mpx y una apertura f/2.2, mientras que las dos que encontramos en el interior tienen sensores de 10 y 8 Mpx.
Una configuración de lujo con un precio a la altura
El Samsung Galaxy Fold monta un microprocesador sin especificar, con ocho núcleos y construído utilizando tecnología de 7 nanómetros, al cual acompañan 512 GB de almacenamiento y 12 GB de memoria RAM LPDDR4x, funcionando bajo Android 9.0.
Todo este despliegue es un lujo que cuesta como tal: Samsung ha adelantado el precio de 1.980 dólares, aunque este podría variar según los distintos mercados. Su disponibilidad, a partir del próximo 26 de abril.
¡Ah, sí! y el S10 también
Aunque inicialmente el Samsung Galaxy S10 estaba llamado a ser la estrella del Unpacked de hoy, la presencia del Galaxy Fold le ha pasado por delante (o, más bien, por encima… y por todos los lados). Y, no obstante, sus bondades requieren que le demos también su merecida atención.
La principal novedad estética que la mayoría de las filtraciones habían adelantado se ha materializado, y así todas las versiones del Galaxy S10 incorporarán la cámara delantera como un agujero en la pantalla frontal.
Por lo que respecta al lector de huellas dactilares, la surcoreana sigue las tendencias más actuales, ubicándolo debajo de la pantalla y funcionando mediante ultrasonidos.
Sus principales puntos fuertes (¡ah! ¿es que tiene alguno débil?) son la pantalla y la fotografía y vídeo.
Por lo que respecta a la primera, la pantalla es una Dynamic AMOLED Display que se lleva toda la parte frontal, dejando muy poco espacio a los márgenes, lo que supone respecto a su más inmediato predecesor, el tener más pantalla en el mismo espacio.
Si hablamos de la cámara, esta utiliza una nueva tecnología, otra más desarrollada por la surcoreana para revolucionar este apartado, que permite tomar instantáneas con un gran ancho de campo, idónea para fotografiar paisajes.
La grabación de vídeo también ha sido especialmente cuidada por Samsung, con un estabilizador digital mejorado Super Steady, y que actúa tanto en la cámara trasera principal, como en la delantera. Esta último, por cierto, es doble en el S10+ y el S10 5G, y la cámara principal es capaz de grabar en HDR10+.
Al igual que el Galaxy Fold, dispone de capacidad de carga inversa para, por ejemplo, compartir su carga con un smartwatch.
Su disponibilidad se hará efectiva a partir del 8 de marzo, con precios a partir de los 749,99 dólares para el S10e hasta los 999,99 $ para el S10+.