Esta noche, a los 56 años de edad y acompañado por su mujer y otros familiares, falleció Steve Jobs, uno de los más grandes visionarios de nuestra época y nombrado por la revista “Fortune” como el “Empresario de la década”, no sólo por cómo llevo las riendas de Apple, ni por su impacto en los negocios, sino además por su influencia en la cultura mundial.
Con Jobs se va un genio del marketing, de la publicidad y de la mercadotecnia. Él sabía vender, modificando la realidad para que las personas se quedaran con sus productos antes que con los de la competencia, y así le hizo un gran hueco a Apple en el mundo de la tecnología.
No importaban los fallos que pudieran tener sus dispositivos, eran diferentes, y por ese mismo motivo merecía la pena tenerlos. Claro que con las constantes evoluciones, los fallos fueron cada vez menores y Apple se afianzó como una de las marcas más estables y fiables del mercado.
Es la crónica de una muerte anunciada, y más se especuló tras su reciente e inesperada renuncia como Presidente Ejecutivo de su empresa. “Apple ha perdido un genio visionario y el mundo ha perdido a un asombroso ser humano”, comunicó la empresa en su página web.
Muchos amigos, competidores y figuras de relevancia han hablado sobre su muerte. Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, puso en su red social: “Steve, gracias por ser un mentor y un amigo. Gracias por mostrar que lo que uno construye puede cambiar el mundo. Te extrañaré”.
Barack Obama por su parte dijo que “A Steve le gustaba decir que vivió cada día como si fuera el último. Porque lo hizo. Él transformó nuestras vidas, redefinió nuestras industrias enteras y consiguió una de las más extrañas proezas en la historia de la humanidad: cambió el modo en que vemos el mundo”.
Finalmente se pronunció Bill Gates, uno de sus más cercanos competidores, quien dijo sentirse “verdaderamente apenado y echaré de menos a Steve inmensamente”.