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La evolución del malware desde que los primeros virus molestaran -más que provocar un daño real- a los usuarios en la década de los 80 del siglo pasado, hasta el momento presente, es abismal, pero no solamente en términos técnicos, que también, sinó más bien por el enfoque y uso que se le da, y que ha generado toda una nueva categoría de delitos: el cibercrimen.
Malware ‘malo’ que podía hacernos daño en el ordenador siempre ha habido, y aquellos de nuestros lectores que ya tengan una edad recordarán el “virus de la pelotita” que, cuando actuaba, borraba la información almacenada en el disco duro a medida que mostraba en pantalla la animación de una pelota rebotando (y de ahí, su nombre).
En los tiempos que vivimos, la situación es peor, ya que, en primer lugar, todo pasa por Internet, una red a la que estamos conectados permanentemente aunque no tengamos ningún smartphone, ordenador, u otro gadget encendido, ya que tenemos el router encargado de permitirnos salir a la gran red de redes.
Y, en segundo, por esta evolución del malware, que ha llevado a sus autores a convertirse en cibercriminales que esperan obtener beneficio económico con el asalto a nuestros ordenadores, y el robo y/o secuestro de nuestros datos. De ahí la apremiante necesidad de usar un software de seguridad en Internet.
La evolución del malware ha llevado aparejada la evolución de las soluciones antimalware, que partiendo de los antiguos antivirus, han añadido herramientas como el cortafuegos o el servicio de VPN.
Precisamente por esta puerta abierta al mundo que es Internet, es por donde nos llega casi todo el peligro, por no decir todo; por ejemplo, los programas que utilizamos, como el navegador web o el cliente de correo electrónico, pueden contener errores en su código fuente, errores que den lugar a agujeros de seguridad que permitan el acceso de un cibercriminal.
De la misma forma, en nuestra navegación también podemos caer víctimas de espionaje de las comunicaciones en diversas formas.
Para proteger ambos flancos de nuestra ciberseguridad, deberemos asegurarnos que la solución antimalware que tenemos instalada en nuestros sistemas, dispone de un servicio de VPN, o bien contratar este de forma independiente al mismo proveedor, o bien a otro.
¿Para qué necesitamos un servicio VPN? Para responder a esta pregunta, necesitamos explicar qué es lo que es dicho servicio.
Para establecer una VPN, necesitamos instalar un programa en nuestro ordenador. Dicho programa establece una conexión con uno de los servidores (otro ordenador) de la empresa que suministra el servicio, conexión que funciona a modo de ‘túnel’ por el que circularán todos nuestros datos.
Crear este túnel tiene, como principal ventaja, que podemos emplear la criptografía para proteger nuestros datos, ya que estos se encriptan en uno de los lados, y se desencriptan en el otro. De esta forma, cualquier cibercriminal que intente acceder a ellos, se topará con un muro muy difícil de superar.
La mayoría de los servicios de VPN permiten la protección de todo el software que se conecta a Internet, incrementando con ello la seguridad global de nuestros sistemas (tanto ordenadores como dispositivos móviles).
Además, en muchos routers que disponen de un sistema abierto a la instalación de plug-ins, contamos con la posibilidad de configurarles un servicio de VPN, creando de esta forma un espacio seguro en la red local, ya que podemos hacer que todo el tráfico fluya a través del túnel creado por la VPN por defecto.
Bitdefender es una compañía puntera en materia de productos y servicios de ciberseguridad y, obviamente, cuenta con un servicio de VPN que podemos contratar online, y que nos ofrece tráfico encriptado sin límites para hasta diez dispositivos, anonimidad en línea (lo que quiere decir que los cibercriminales lo tendrán mucho más difícil para poder tener robar nuestros datos), y nos podremos conectar a más de 4.000 servidores repartidos por todo el mundo.
Si no tienes una VPN activada hoy, no estás protegido.