Si algo hay que reconocerle a Viviane
Reding es que, a la hora de pasar desapercibida por estos lares,
es la numero uno, pero a la hora de liarla, cuando sale de sus
temporadas de letargo hispánico, también se las pinta
como nadie. Suponemos que en otros países dirán lo
mismo, y hablaran de su resurgir de letargos británicos,
flamencos, galos, teutónicos o como corresponda, según
con quien la tome.
Ahora, con quien anda a la gresca,
aparte de con el universo en general, es con Reino Unido y con
España. El gobierno británico ha tenido
la osadía de referirse al actual regulador europeo,
compuesto por miembros de los distintos países, como «un
club que se reúne en lugares bonitos para disfrutar del buen
vino y tener una charla agradable», en referencia a sus
reuniones en Madeira, Capri, Oslo y Atenas.
En cuanto a lo que nosotros atañe, el gobierno español
se ha atrevido a recurrir la sanción que la Comisión
Europea le impuso a Telefónica.
Hay, pues, motivos de sobra como para
que la tierra se abriera y los cielos se desplomaran, y mucho más,
por tanto, para que Vivi vuelva a su tema
preferido, a su sueño dorado: darle más atribuciones a
ese regulador europeo, difamado solo por su buen gusto a la hora de
elegir localizaciones para reuniones, y crear una Autoridad
Europea del Mercado de Telecomunicaciones.
Con esta astuta maniobra, podrá
decir que esa figura actual, la de regulador europeo, que no
ha producido ningún resultado positivo, salvo para el
turismo a nivel personal, ha desaparecido, ya que la banda en
cuestión se llamara pronto de otra manera, mucho más
rimbombante. Se veia venir,
aunque, si se hacen las cosas bien, y se prescinde de la actual «plantilla», a juicio
de los entendidos la cosa no tiene porqué ir mal.
“Queremos que en el futuro los
reguladores sean más independientes de los operadores y
de sus Gobiernos, y por eso la comisaria Reding tiene
previsto proponer el 13 de noviembre una Autoridad Europea
del Mercado de Telecomunicaciones que apoye a la Comisión
en su trabajo para crear un mercado único con una
competencia justa también para los consumidores
europeos», ha declarado
el portavoz Martin Selmayr.
Para evitar situaciones de pánico,
también se ha tranquilizado a los actuales reguladores
nacionales, como la CMT en el caso español. No
desean que desaparezcan, solo que regularan «regulados».
Elevemos nuestros cánticos al
espacio, radioeléctrico por supuesto, y que nuestras voces
hagan temblar los pares de cobre allá en sus postes. Entonemos
nuestra letanía: Ea, Ea, la Vivi se cabrea.